En las publicaciones anteriores he compartido con vosotras mi experiencia en la preparación de la OPE, hoy quiero compartir con vosotras mi experiencia en los servicios de radiodiagnóstico.

Cuando terminé mis estudios no se podía trabajar en el SERGAS. Mi primera experiencia laboral fue en un centro privado, en el mismo en el que hice las prácticas. Me sentí en casa y aprendí la base del trabajo de un técnico. No todas eran buenas prácticas. Cada vez que me acuerdo que estaba dentro de la sala del telemando con el radiólogo con nulos conocimientos de protección radiológica, me pongo a temblar. Me enseñaron a canalizar una vía, algo que, aún hoy en día, más de 30 años después, no está normalizado. Sentía que era muy joven para trabajar y lo era.

Seguí por otros derroteros y años más tarde retomé la labor asistencial, ya en el sistema público. Nos recibieron como extrañas, intrusas (recordad que hace más de 30 años). Nos incorporamos a un equipo, bueno, a un equipo no, a un grupo. Todavía recuerdo la frase de uno de ellos: «nos mandan unos técnicos que nunca vieron un equipo de rayos.» En mi caso no era cierto, pero y si fuera así, ¿era yo la responsable de ello? El resto de compañeras no lo habían visto porque en su etapa de prácticas les adjudicaron tareas que nada tenían que ver con la labor del técnico.

Es muy importante sentirse bien acogido cuando llegas a un sitio desconocido, extraño, a veces, agresivo. Los servicios de rayos me parecen agresivos o, por lo menos, poco acogedores. No es nada frecuente que alguien se acerque y te pregunte si necesitas algo.

Durante 20 años estuve casi siempre con el mismo grupo. ¿Por qué insisto en decir grupo? Porque en general cada una va a lo suyo, cuando acabas lo tuyo, te sientas, no es común que te ofrezcas para colaborar con una compañera, ni ella contigo. No damos las gracias a las personas con las que trabajamos, como celadoras, otros técnicos, administrativas… Estarás pensando que ellos tampoco te las dan a ti. Es cierto, pero alguien tiene que empezar y las emociones son contagiosas, tanto las negativas como las positivas. Te animo a probar a hacer algo diferente esta semana.

Un equipo tiene un objetivo común, en este caso, prestar la mejor atención al paciente, hacer que se sienta cómodo, atendido, escuchado, además de que las imágenes sean de calidad diagnóstica con la mínima dosis posible. Ya sé que nos podemos quejar de muchas cosas, la mayoría de las veces con razón, pero ¿te hace sentir mejor estar siempre con esos pensamientos? Aunque no seas la supervisora ni la coordinadora de tu equipo, puedes contribuir a que os sintáis mejor.

Cuando empecé a participar en cursos de calidad en los sistemas de salud, hablábamos de la diferencia entre un equipo y un grupo. Buscábamos ejemplos y uno de los que más me gusta es este vídeo. Siempre que lo veo, me produce una sensación fantástica, se pueden hacer muchas cosas si trabajamos en equipo. ¿Con qué personaje te identificas tú? ¿Con el que se resigna, el que espera a que otro empiece, el que va a ayudar en cuanto ve que hace falta?

Un abrazo grande,

Irene